Hace mucho tiempo entendí que hay dos cosas que los humanos no debemos perder: el sentido del humor y la capacidad de asombro. Con relación al primero contamos con la profundidad satírica de nuestros caricaturistas. Con relación a la segunda, el régimen se encarga de alimentarla.
En efecto, algunos hechos del acontecer nacional han puesto a prueba nuestra capacidad de asombro: el papel punitivo de las cableras; una insólita solicitud de Fidel Castro; un titular de prensa; la ley antitalanquera; y el dedo expropiador.
El abrebocas de los asombros fue la decisión de las operadoras de TV por cable de excluir a RCTV por incumplimiento legal. Lo que falta es que Fedecámaras cierre a uno de sus miembros por no pagar los impuestos.
Desde Cuba también nos asombran, transcribo textualmente: "Fidel Castro hizo contacto con nosotros, envió un mensaje y solicitó autorización para enviar, a través del presidente Raúl Castro, una comisión técnica para ayudarnos a enfrentar el problema eléctrico". De esto se concluye que en Cuba debe existir una sala situacional en la cual se mantiene un monitoreo constante del proceso revolucionario y apenas se percibe algún giro que compromete el proceso, se debe actuar. En esta oportunidad, el infinitamente magnánimo camarada Fidel, preocupado por la necesidad de luces, que no de moral, decide, respetuosamente, enviar una comisión técnica para atacar este problema, encabezada por un oscuro personaje.
A la prensa nacional también le corresponde asombrarnos. El pasado domingo leímos el siguiente titular: "La mitad de los venezolanos desconfía de Hugo Chávez". No entiendo como después de 11 años de mal gobierno, de golpear inmisericordemente el bolsillo, de humillar la inteligencia, de manipular sentimientos, de regalar plata allende los mares, de estimular la violencia, de despreocuparse por la inseguridad, de desconocer el talento autóctono, de fomentar la intolerancia, todavía la mitad de los venezolanos confíe en Hugo Chávez.
No recuperados aún de lo anterior, nos enteramos de una presunta ley que tendría como finalidad impedir que los descontentos del régimen cambien de militancia.
Sin embargo, la tapa del frasco fue la confiscación de los inmuebles alrededor de la plaza Bolívar que el dedo de Chávez (al decir de Jacqueline) decidió frente al mundo entero.
En alguna medida estos asombrosos hechos son aristas diferentes de un único proceso de confiscación que se nos ha venido aplicando paulatinamente: se les confisco a los estudiantes de Economía, Ingeniería Eléctrica y Derecho el campo donde ejercer (sólo por mencionar algunos);
-se le confisco a los venezolanos la posibilidad de alternar liderazgos en los órganos de gobierno;
-se le confisco a las universidades el derecho a contribuir con el país;
-se le confisco a los venezolanos la libertad de elegir.
De seguir enumerando áreas confiscadas retaría aún más el asombro, pues no es concebible cómo hemos aceptado pasivamente a un gobierno que basa su poder no en lo que otorga sino en lo que quita: menos productos de consumo, menos luz para leer; menos agua para asearnos, menos libertad de hablar; menos espacios para el esparcimiento; menos capacidad adquisitiva y, lo más preocupante, menos soberanía nacional, entendiéndola en su más amplia acepción. Frente a esta pérdida, la pregunta que nos debemos formular es: ¿a quién corresponde recuperar esa soberanía?
¡Qué asombroso sería no encontrar respuesta a esa pregunta!
Artículo de opinión
El Universal, 14 de febrero de 2010
http://noticias.eluniversal.com/2010/02/12/opi_art_nos-quieren-expropi_12A3424091.shtml
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