jueves, 29 de octubre de 2009

José Mayora \\ Próximo paso la Asamblea Nacional

La contienda electoral para la escogencia del nuevo Parlamento, ha suscitado dos preocupaciones. Reaparece en muchos ciudadanos el dilema entre votar o no votar. Por su parte, la sociedad civil organizada pareciera estar más preocupada por la manera cómo escoger a los candidatos. Sin restarle legitimidad a ambas preocupaciones, no encuentro quien responda a mi inquietud: ¿para qué vamos a escoger candidatos a la AN?

Para mí no hay discusión en cuanto a la necesidad de ir a votar. Entre la justificada desconfianza en el CNE o el derecho al voto, la única opción es ir a votar. Ahora, para quien esto no es evidente, me permito recordar la situación de Honduras. La comunidad internacional condenó, automáticamente, la destitución del presidente Zelaya, por su condición de Presidente electo por el voto popular. El mensaje de la comunidad internacional es que se preserve la legitimidad de origen, razón por la cual no ir a votar significa, aparte de negar este principio, someterse a la descalificación por parte de esta comunidad, cosa que en este momento sería suicida.

Quizás lo más grueso es la preocupación de la oposición organizada, partidaria o no, por el método para seleccionar, entre el significativo número de postulados, los candidatos a la Asamblea Nacional. Las escaramuzas habidas por esta decisión no expresan una clara voluntad por la unidad y condenan la discusión sobre el aspecto relevante en este proceso, cual es la finalidad de llegar a la AN. En una perspectiva de largo plazo, reconquistar la AN es un objetivo de la disidencia democrática, pero tal logro no es un objetivo en sí mismo. Es el paso crucial para preparar el escenario electoral del 2012, tal objetivo estratégico pasa por entender que no basta con conquistar ese espacio, si no identificamos con quién lo vamos a ocupar.

El tema del método no se puede obviar, pero de allí a posponer lo central es decir, la oferta legislativa y el perfil de los candidatos es, por decir lo menos, una verdadera insensatez: En primer lugar, queremos llegar a la AN: ¿para qué? Esta pregunta que pareciera materia suficientemente debatida, encierra la motivación más importante para movilizar a los ciudadanos a votar. Lo primero que se debe discutir es una oferta legislativa que dé cuenta de lo que hay que hacer desde este importante poder para iniciar el camino hacia la reconquista de la democracia venezolana, sin prisa pero sin pausa. Esta oferta debe incluir al menos los siguientes puntos: rescatar la naturaleza y majestad del Poder Legislativo; revisión de la legislación que consagra la legalización del proyecto revolucionario; identificar los nuevos instrumentos legislativos que se deben discutir sin dilación; restituir la función de control de la AN sobre las actividades del Ejecutivo con relación al presupuesto y su injerencia en otros poderes; la restitución de la descentralización administrativa de los poderes públicos.

Llegados a este punto, lo que sigue es saber con quién se cuenta para ejecutar esa agenda. Se requiere, en consecuencia, definir la calidad de los recursos humanos que la impulsarán. Estoy pensando en un equipo de personas que sinteticen diferentes atributos: experiencia legislativa; experiencia profesional en los campos diversos en los que se divide la actuación de los legisladores; sentido pleno de la eficacia y eficiencia legislativa. En otras palabras, lo importante es quién debe llegar a la AN y no la manera de escogerlo. No basta con ser un líder importante de una comunidad, si no reúne las condiciones para el desempeño legislativo.

Más grave aún, es posible que restemos fortaleza al trabajo que aún queda por realizar, si sacamos de su medio a un líder que no rendiría en la AN lo que se espera para cumplir con la oferta legislativa. Yo me imagino, por ejemplo, que la inclusión en las planchas opositoras del grupo que dentro de la actual asamblea cumple un papel disidente, no admite discusión. Creo que llevar en esas planchas a un nutrido grupo de abogados constitucionalistas, no amerita una consulta en primarias. Menos aún dudo en la necesidad de escoger algunos candidatos con experticia parlamentaria. Por supuesto, que estas reflexiones tienen sentido en tanto y en cuanto la discusión trascienda las fronteras de cada grupo participante.

Frente a la discusión de cómo ir a las elecciones, la verdad es que no tengo posición al respecto, lo que sí tengo claro es que hay que esperar cualquier trapacería oficial que se dirija a restarle votos a la oposición. Por lo anterior no tengo dudas en que no se puede ir a las elecciones legislativas con un esquema distinto al esquema que utilizará el PSUV.

Finalmente quiero fijar la atención en algunos hitos que para la oposición deben quedar muy claros:
-lograr la mayoría en la Asamblea Nacional;
-proponer una agenda legislativa que se traduzca en una oferta electoral única y que le dé garantías a los electores que lo que pueden obtener es superior a lo que se les está dando actualmente;
-tener claro que en un probable escenario de triunfo legislativo, la arremetida del Gobierno será feroz. No olviden que para ese momento aún controlará los restantes poderes de la democracia.

El gran reto de la oposición organizada es convocar a la población a votar masivamente, sin dejar de denunciar las irregularidades comprobadas y por comprobar con las que acudiremos a las urnas a votar.

Artículo de opinión
El Universal, 29 de octubre de 2009
www.eluniversal.com
mayora.j@gmail.com

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