martes, 25 de agosto de 2009

Silvana Dakduk // Dieta, salud y figura... ¿hasta la sepultura?

El consumo de alimentos ha cambiado entre generaciones y uno de los hechos más importantes en este ámbito ha sido el surgimiento de los "alimentos funcionales". Éstos poseen componentes (vitaminas, minerales, proteínas) que actúan en el organismo de forma específica y positiva, promoviendo funciones fisiológicas y psicológicas superiores a su valor nutricional, lo cual puede contribuir a mantener la salud del consumidor o bien disminuir el riesgo de padecer alguna enfermedad.

Aunque la dieta haya cambiado y lo funcional está de moda, es la condición de desarrollo de la nación, el género, el nivel educativo y la movilidad social, las variables que permiten explicar las preferencias de los consumidores hacia estos alimentos. Por ejemplo, se ha demostrado una intencionalidad más alta y actitudes más favorables en las mujeres con respecto a los hombres, debido a la relación más estrecha que tienen éstas con la compra y preparación de alimentos, así como una mayor exposición y sensibilidad a los mensajes publicitarios que anuncian este tipo de productos.

Otro hallazgo de interés es que, a mayor nivel educativo, se considera menos conveniente la ingesta de grasa y colesterol, siendo más marcada esta tendencia en las mujeres respecto a los hombres, pues muestran mayor interés por el consumo de componentes funcionales como vitaminas, fibras y alimentos enriquecidos. Este resultado confirma un impacto mayor de la publicidad de alimentos funcionales en mujeres y personas de mayor nivel educativo, ya que en estos grupos existe mayor preocupación por la figura y la estética corporal, así como un mayor interés por informarse sobre la acción y conveniencia de los alimentos.

Las diferencias culturales también entran en el juego. Se han reportado discrepancias en la dieta y cambios en el peso corporal ante los aumentos de ingresos familiares, pero tales diferencias son explicadas por el país de origen. En países en vías de desarrollo, como Venezuela, las personas tienden a aumentar de peso con el aumento de sus ingresos, mientras en países desarrollados, un aumento en el ingreso correlaciona con figuras más delgadas. Algunos autores han señalado que es el significado de la comida la causa que explica tales diferencias, pues en los estratos más bajos comer es gratificación, mientras que en los más altos comer saludablemente es una necesidad social.

Adicionalmente, surgen diferencias en función de la percepción que tengan los consumidores hacia los componentes funcionales y el producto en particular al que se añade. Por ejemplo, la percepción en Venezuela acerca de la soya, incidiría en la reacción de los consumidores hacia una oferta que contenga tal componente; así mismo, añadirla a un yogur, un cereal, una margarina o un aceite comestible, afectaría de forma diferencial la aceptación del mismo.
Por último, la imagen de la marca también ejerce una influencia importante en la credibilidad de una oferta funcional. No en vano, la cifras globales de ventas de los alimentos funcionales con calcio, vitaminas y nutrientes han aumentado más que el sector de alimentos en su totalidad.


El Universal, 25 de agosto de 2009

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