martes, 10 de noviembre de 2009

Carlos Machado Allison\\ Crisis, oportunidades y caminos

La oposición, que refleja la actitud del ciudadano, no sabe cómo capitalizar el descontento

Los mandamás reciben medallas de oro en inflación, escasez de alimentos, carencia de viviendas, fallas eléctricas, deterioro vial, estrangulamiento de las universidades, falta de agua potable, hospitales o maestros de matemática, amén de la mayor inseguridad personal.

En competitividad nos encontramos entre los diez peores del mundo, en promesas incumplidas, en el primer lugar. ¿Plan siniestro, incompetencia o combinación de ambas? En todo caso el resultado es el mismo: cuanto más crece en tamaño el Gobierno, mayor desesperanza, abatimiento, ira y frustración domina a los venezolanos. Cualquier día abriremos el periódico y el titular señalará que el hampa ha sido nacionalizada.

Fracturados en dos bandos, vivir bajo un permanente estado de angustia parece ser el destino inmediato de los venezolanos. La angustia es producto de una política explícitamente dirigida a generar una crisis tras otra. La idea es destruir las ideas, costumbres e instituciones que formaron parte de nuestra cultura. Sin ellas nos sentimos perdidos y eso lo saben muy bien los arquitectos del régimen.

Italia, con tantos gobiernos como años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, no encontró obstáculo para garantizar el suministro de agua, electricidad o alimentos a su población. Japón y Alemania se reconstruyeron, Europa dejó atrás los años grises de la posguerra y no ha dejado de progresar. De España, Portugal e Italia llegaron a nuestro país miles de inmigrantes que vieron oportunidades en la Venezuela de hace medio siglo.

El flujo se ha invertido y nuestros jóvenes, ahuyentados por la crisis, migran hacia España, Canadá o Australia, porque aquí el retroceso es norma y las oportunidades disminuyen. Cada joven que migra es un voto menos en las próximas elecciones, una voz menos en el coro de la protesta ciudadana. Once años de fracasos se explican culpando a gobiernos previos, al Imperio o al calentamiento global y aunque parezca absurdo, una fracción de la población se lo cree y lo hace porque cada día su educación es peor, sino que además está ideológicamente matizada. Velas y totumas, trochas, burros y ranchos.

El Presidente y su gobierno pierden popularidad, la oposición, que refleja la actitud del ciudadano, no sabe cómo capitalizar el descontento. Todos esperan a un mesías que señale el camino. Unos pocos lo han encontrado, es el "dar un gran golpe" la oportunidad especulativa dentro de la crisis, al no saber si la de hoy será la última transacción que realice antes de ser intervenido por el Gobierno. Golpes lucrativos pero sin futuro. En el 2009 enviaremos al exterior 7.000 millones de dólares para adquirir alimentos y los 120 mil asesinados dejarán de producir unos 2.500 millones de dólares para sus 600 mil deudos. También campeones en producir pobreza vemos cómo se evaporan las oportunidades de desarrollar una agricultura y una industria próspera, crear servicios adecuados y formar profesionales capaces de construir empleo y riqueza.

No hay camino hecho, no espere por otro caudillo. Amable lector, el camino lo tiene que hacer usted, el camino se hace al andar.

Artículo de opinión
El Universal, 11 de noviembre de 2009
www.eluniversal.com

cemacallison@gmail.com

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