viernes, 13 de noviembre de 2009

Miguel Ángel Santos \\ El castillo de arena de la revolución

Per Bak, físico danés fallecido en 2002, pasó buena parte de su corta vida estudiando las propiedades de las pirámides de arena: Si uno deja caer arena desde un punto fijo, configurando un pequeño cono, ¿es posible predecir cuándo colapsará la estructura? Su trabajo ha sido incorporado dentro de una corriente que estudia - desde una perspectiva no-lineal - la ocurrencia de eventos bastante improbables, que causan enormes impactos en el orden mundial. Dentro de esa línea de investigación se ubica también Nassim Taleb (the black swan): "El mundo de hoy y todo el desarrollo de la historia ha estado marcado por la ocurrencia de unos pocos eventos, muy improbables, de naturaleza impredecible".

Es difícil no identificarse con Bak, los contornos de las preguntas que nos hacemos con más frecuencia sobresalen, en una suerte de relieve, de las líneas de su trabajo más conocido (Self-Organized criticality): "Luego de un período inicial de acumulación, en el cual la arena se agrupa y distribuye en forma de pirámide, la estructura se vuelve inestable& entrando en una fase crítica en donde cualquier grano de arena podría causar una avalancha, pero también podría incorporar miles de granos adicionales antes de desintegrarse& la dinámica interna de estos sistemas es desconocida& Viendo la inestabilidad de las pirámides de arena, uno se maravilla de que no haya nada en toda la ciencia física o matemática que pueda ayudar a entender mejor qué viene a continuación". La moraleja es que no tiene sentido invertir en tratar de pronosticar eventos que por naturaleza son impredecibles. Es mejor invertir en prepararse para su ocurrencia, desarrollar nuestra capacidad de asimilar golpes (resiliencia) y nunca sentirse demasiado cómodo o confiado.

Dentro de esa misma tendencia destaca la tesis Holling-Levin: Las variables con mayor probabilidad de provocar un quiebre en un sistema complejo no son las más volátiles, las que cambian todos los días, sino aquellas que cambian lentamente. En el caso de la economía venezolana es fácil identificar esas variables volátiles que capturan toda nuestra atención diaria: Los precios del petróleo, la cotización del dólar paralelo, las asignaciones de Cadivi. De acuerdo con Holling-Levin, la cosa no va por aquí. La clave está en las variables que cambian muy lentamente, a las que solemos prestarle menos atención.

Nuestra producción petrolera (pasamos de 3.4 MBD en 1999 a 2.2 MBD en 2009), nuestra mayor dependencia de Estados Unidos (75% de nuestras exportaciones petroleras, en contraste con el 65% de hace diez años), la menor dependencia de Estados Unidos del crudo venezolano (pasamos de 18.5% de sus importaciones a sólo 9.6% entre 1999-2009), el cambio institucional que ha tenido lugar en la estructura de propiedad de los medios de producción, la caída de la inversión privada por debajo de la línea de depreciación, la pérdida de potencial productivo, la deserción escolar. Son esos los granos que van cayendo poco a poco sobre la pirámide de arena, es allí en donde se está gestando, según una dinámica inescrutable, nuestra avalancha. Volviendo a Bak: "Es casi tan seguro que se vendrá abajo como imposible de predecir cuándo".

Artículo de opinión
Viernes, 13 de noviembre de 2009
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