jueves, 5 de noviembre de 2009

José Mayora \\ ¿Venezuela país de excepeción?

Por comentarios recibidos en torno a las elecciones legislativas y a juzgar por la intensidad en la discusión del método, me temo que aún no se ha entendido a cabalidad el contexto donde nos movemos. Esta aseveración tiene sentido, siempre y cuando el objetivo de la Venezuela democrática sea obtener la mayoría en la AN. Lograr tal cosa pasa por elaborar una oferta legislativa, definir el perfil de los candidatos y, finalmente, decidir cómo escogerlos.

Me parece una ingenuidad estratégica, proponer cursos de acción propios del funcionamiento de una democracia normal. Cualquier decisión en torno a la participación en este proceso, pasa por considerar el escenario en el cual se darán estas elecciones. Venezuela se encuentra sumida en un proceso político muy particular pues habiendo libertades las mismas son gerenciadas a pulso desde la cúpula del proceso revolucionario y, el ejercicio de las mismas, reporta un gran riesgo para quienes las ejercen. ¡Nada más perverso!

Venezuela es una democracia en situación de excepción. La independencia de los poderes, el mejor indicador del funcionamiento de una democracia sólida, no sólo no existe, sino que gravita en torno al líder del proceso, única manera de implantar el proyecto revolucionario.

Es también una situación de excepción un país en el cual una parte sustantiva de los ciudadanos trabaja constantemente en la restitución del orden democrático. Es una situación de excepción por la manera personal como el presidente de la República interpreta su función de administrador de los recursos públicos. Es excepcional un país donde renunciar a la diversidad, eliminar fronteras, desdibujar relieves para constituir organizaciones monolíticas, es un medio para su rescate. O no es lo que tienen que hacer los partidos políticos, por definición competidores, renunciar a su naturaleza y unirse para restituir un orden democrático.

También es excepcional un país donde la inseguridad es una ilusión óptica; donde disentir es un delito tipificado; donde a decir del régimen, la mayoría de sus médicos son apátridas; donde la dignidad, el profesionalismo y el sentido de justicia son antivalores en el ejercicio de la función pública revolucionaria; donde la intimidación ocupa el lugar de la razón; finalmente, es excepcional un país donde la destrucción del tejido productivo es un objetivo de Estado.

No dudo en afirmar que el objetivo de quienes aspiran vivir fuera de la excepcionalidad, es impedir que esta se transforme en una normalidad y eso no se logrará mientras en la disidencia proliferen las cabezas de ratón.


Artículo de opinión
El Universal, Jueves, 05 de noviembre de 2009
mayora.j@gmail.com
http://noticias.eluniversal.com/2009/11/05/opi_art_venezuela,-pais-de_05A3002171.shtml

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