Se puede y se debe debatir sobre los propósitos políticos y las intenciones de la nueva Ley Orgánica de Educación, diseñada en aplicación de Plan Estratégico 2007-2013 del partido de Gobierno.Se puede y se debe demostrar que lejos de orientarse a la solución de los problemas de la educación venezolana, la LOE sólo contribuye a agravarlos: asfixiante control por parte del Estado, injerencia de instancias perturbadoras del hecho educativo, reducción de la autonomía universitaria, minimización de la función de los educadores, escasa atención a la capacitación docente, priorización de lo ideológico sobre lo educativo, predominio de un Estado Docente, autoritario, punitivo, más interesado en el control que en su propia responsabilidad.
Más allá de estos debates, sin embargo, es preciso plantearse la posición de la sociedad frente a la educación. En éste, como en otros campos, no hay duda de que algo hemos hecho mal en el pasado. Posiblemente, hemos visto la educación como un problema de autoridades, escuelas y maestros. Pese a declararlo como primera prioridad, no le hemos dado como sociedad la atención que requería y hemos delegado o relegado nuestras responsabilidades. Ahora, frente a una ley que atiende más al adoctrinamiento que a la educación y en la cual predomina la visión política sobre la educativa, la respuesta de la sociedad no puede ser abandonar los espacios sino, al contrario, ocuparlos y ocuparse de lo sustancial: la calidad de la educación.
Hacerlo implica estar atentos de los programas, de los contenidos, de los maestros, de su formación y de su reconocimiento, de la planta física, de la dotación de los centros escolares, de su modernización, de su adecuación a las nuevas tecnologías y a las necesidades del país.Vistos por los que se ocupan seriamente de la educación venezolana, sus verdaderos problemas son baja calidad, falta de cupo, repitencia, deserción, exclusión más de tres millones de niños y adolescentes fuera del sistema educativo violencia escolar, desatención a la formación de los docentes y a su carrera profesional, institucionalización de la figura de suplentes, asignación de cargos de manera discrecional y sin atención a la meritocracia, deterioro de las edificaciones escolares, dotación inadecuada de materiales educativos.
Contra la intención de ocupar los espacios de la educación de manera política, acentuando la función controladora del Estado y la pretensión ideologizante de un partido político, es el momento de hacerlo de manera efectiva, resolviendo los verdaderos problemas de la educación, involucrándose en ellos para encontrarles una solución. Es hora de fortalecer el sistema educativo y de asumir el tema como un problema de la sociedad, de comprometerse a hacer de este año escolar que comienza el año de la educación.La responsabilidad debe ser de todos.
Corresponde a los estudiantes agudizar su espíritu crítico y exigir una educación de calidad; a los maestros, asumir su condición de educadores en libertad y con libertad, formarse mejor, concentrarse en el hecho educativo, merecer el respeto de los alumnos, de la familia y de la sociedad; a los padres, ser más vigilantes, más activos, más participativos, propiciar la integración escuela-comunidad; a la comunidad educativa, asumir más plena y eficazmente la representatividad de las familias y de la sociedad, contrarrestar tanto la pretensión autoritaria como toda forma de intromisión politizada o partidista.El país debe volcarse a este propósito como una labor de todos los días, como un compromiso cívico. La educación es la primera prioridad social.
Artículo de opinión
El Nacional, 09 de septiembre de 2009
nesoor@cantv.net
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