Es común observar en fachadas de edificios oficiales y en campañas radiotelevisadas, frases acuñadas en forma de eslogan calificando cualitativamente la obra de la revolución. Por ejemplo, donde funciona el Seniat, hay un gran pendón que reza, más o menos, tú eres el constructor de las grandes obras del país, en la medida que pagues tus impuestos. La anterior afirmación es verdad en cualquier país donde exista cultura impositiva.
Sin embargo, esta noble tarea de construir un país requiere: ciudadanos que sufraguen cada vez más; empresas creciendo en número, en inversiones y en ingresos; crecimiento del empleo y de la capacidad productiva; una clase media robusta y conciente de su papel; todo aquello que no es precisamente lo que se está estimulando en el país. De allí el contrasentido entre el eslogan y la realidad que propugna el autor del mismo.Entonces, ¿qué sentido tiene el contenido de ese pendón? Pues el mismo sentido que tiene "Ahora Venezuela es de todos": ¿cómo se puede demostrar que eso es cierto? ¡No hay necesidad de demostrarlo! Basta con que la gente se lo crea, o que haya un grupo a quien al régimen le interesa que se lo crea, para que el eslogan funcione: los afectos al régimen y las audiencias allende las fronteras patrias que no tienen cómo verificar el contenido del eslogan.
Recientemente, a través de los medios de comunicación, se viene hablando de algunas áreas de actividad nacional que vienen creciendo: la honestidad, los campeones, los sueños, los encuentros, las alegrías, las victorias, la voluntad, la dedicación, la ternura, el amor y la paz. Cómo demostrar que esas actividades vienen creciendo ¿hay manera de cómo medirlas? Sólo por mencionar alguna: ¿en qué porcentaje han crecido los sueños? Claro, esa campaña propagandística sale justo en el momento en que hay una cantidad de actividades cuyo desempeño deficitario sí se puede medir y hay que contrarrestar el efecto pernicioso que tiene el fracaso rotundo de la gestión de la revolución. Para muestra, la conflictividad laboral en la que los ciudadanos organizados reclaman lo que se les quiere esquilmar desde las esferas gubernamentales.
Lo que es técnicamente demostrable es precisamente lo que no se puede mencionar pues el proceso revolucionario está basado fundamentalmente en decisiones políticas e ideológicas que no tienen asidero técnico. Por ejemplo, un jerarca del régimen interrogado por un periodista afirmaba que el control de cambio no era una medida económica sino política.La única manera de mantener una ilusión de realidad es mediante la oportuna inyección de eslóganes fantasiosos que den esa sensación de la que nos hablaba la Defensora del Pueblo refiriéndose a la errónea percepción de inseguridad, que día tras día se puede verificar a través de la cantidad de entierros producto de eventos violentos.
¿Qué hay detrás de la gestión de un gobierno que no puede demostrar su obra? Pues la verdad es que o no hay obra que sea verificable o todo lo verificable conspira en contra del gobierno. No hay capacidad para aceptar los errores de gestión pues ésta es, esencialmente, política e ideológica. Por cierto, que esa conspiración no proviene de la oposición, pues si algo no tiene ésta es acceso a la gestión gubernamental. Y cuando por voluntad popular se le otorga el acceso, la revolución trata por todos los medios de cerrárselo legalmente. La razón es muy sencilla, ellos trabajarán para demostrar con hechos tangibles y no con eslogan el resultado de su gestión.Para hablar de cosas demostrables.
Los venezolanos queremos saber cuánta tecnología se está transfiriendo desde los innumerables convenios firmados con gobiernos afectos; cuánto empleo están generando las empresas mixtas que se han constituido; cuánto están invirtiendo las empresas extranjeras que han recibido el visto bueno del régimen; queremos saber también en una eventual expropiación de estas inversiones (supuesto negado) con qué se va a conseguir concretamente el gobierno; cuál es el resultado de los fundos zamoranos; qué influencia ha tenido Barrio Adentro en la salud de los venezolanos; cuál es el balance de la inversión en cooperativas. En fin, son muchas las áreas que desde la oposición organizada se deben venir analizando no sólo para prepararse para un eventual acceso al poder, sino para informar al país, responsablemente, qué tan profundo es nuestro deterioro.
En estricto sentido, la única manera de contrarrestar la estrategia del eslogan es con información demostrable obtenida, fundamentalmente, a través de los medios de comunicación independientes, razón por la cual hay tanto empeño en hacerles callar. El líder del proceso ha dicho en repetidas oportunidades que en el futuro (no ha sabido precisar cuándo) Venezuela será una potencia. Lo que el comandante no ha podido verbalizar es una potencia en qué. Mucho me temo que nuestro país puede pasar a la historia como un gran cementerio de organizaciones productivas, y eso no es desdeñable pues hasta ahora el líder del proceso lo que ha demostrado con creces es su gran capacidad para destruir y no para construir
Artículo de opinión
Diario El Universal, 10 de agosto de 2009
mayora.j@gmail.com
http://www.eluniversal.com/
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