La recién celebrada reunión de Unasur concluyó dejando elementos para diferentes lecturas. Más allá de reparar en quién perdió y quién ganó, lo importante es fijar la atención en el significado de sus resultados. Recapitulemos brevemente. Por insistencia del líder del proceso revolucionario, se convoca la reunión de Bariloche con la finalidad de lograr que Colombia desistiera de establecer supuestas bases militares norteamericanas en su territorio las que, a juicio de Venezuela, representan una amenaza para la región y, más específicamente, para Venezuela. La supuesta amenaza es de tal envergadura, que obligo al líder del proceso revolucionario a suspender de hecho las intensas relaciones con Colombia.
La estrategia venezolana desplegada en la reunión estuvo integrada por tres acciones: el plan intervencionista de EEUU; un balance del Plan Colombia; involucrar al pueblo suramericano en la decisión. Correspondió al presidente venezolano presentar, como plato fuerte, un documento, al parecer secreto, que originalmente se lo había suministrado Fidel Castro. Por lo visto, el documento no tenía tal carácter de secreto pues se consigue por internet. Además, ha sido calificado por sus redactores como un ejercicio académico no oficial, que no dudamos haya sido del conocimiento de otras cancillerías. La pregunta es: ¿cómo el promotor de la reunión se presentó con un documento de escaso valor probatorio? Dos reflexiones deben hacerse: ¿qué respeto siente el Presidente por sus homólogos y sus cancillerías? y, ¿dónde está la cancillería venezolana que permite que el Presidente incurra en ese error?
El balance del "Plan Colombia" correspondió al presidente Correa, quien con cifras supuestamente consistentes, trató de demostrar que este plan había fracasado. El análisis de Correa parece no manejar cifras actualizadas a juzgar por la respuesta dada por el presidente Uribe, abonando cifras y solicitando que precise las presentadas. Además, ¿le correspondía a Ecuador realizar tal análisis? Con relación a la propuesta de Morales, tratando de involucrar al pueblo suramericano en la decisión a través de un referéndum, no fue considerada por sus homólogos ni siquiera para descartarla.La declaración final no hizo mención alguna de lo que se supone fue el objeto de la reunión como era impedir que los colombianos desistieran de la presencia de las fuerzas militares norteamericanas.
Al leer el acuerdo, parece que su redactor proponente fue el canciller colombiano: donde estaba pues la cancillería venezolana.En esta reunión quedaron al descubierto algunas cosas. Desde Colombia: Uribe es una barrera para la expansión del proyecto continental de Chávez; la cancillería colombiana dejo constancia del manejo impecable de la diplomacia; Colombia está redimensionando la importancia de su relación con Venezuela, observen que Uribe le tendió puente a Ecuador para mejorar relaciones, pero no hizo cosa similar con Venezuela.
Adicionalmente, Uribe ha fortalecido sus relaciones comerciales con México, Brasil y Argentina. Desde Venezuela: Unasur representa para los países suramericanos una alternativa más viable que el ALBA, ergo, Chávez no hará nada por el fortalecimiento de Unasur; Chávez ha dejado de ser primer actor para convertirse en actor de reparto; Venezuela no tiene Cancillería; la vigencia del compromiso entre Venezuela y las FARC no desmentida por Venezuela; el poco respeto que siente el presidente venezolano por todo aquello diferente a su proyecto personalista; Venezuela no tiene argumentos sólidos para justificar su posición. Desde Brasil: la futilidad de la reunión era tan evidente que Lula reclamó demorar algo que se pudo despachar en medio día (incluyendo un regaño a Correa).
¿Cuál creo sería una lectura desde Venezuela? En primer lugar, debemos sentirnos muy avergonzados, por el papel de Venezuela. El país no puede darse el lujo de acudir a foros internacionales en las lamentables condiciones en que acudió a éste, completamente desguarnecida. Las grandes oportunidades de nuestros vecinos para posicionarse económica y socialmente, están basadas en la gran debilidad de Venezuela, producto de su evidente deterioro institucional, productivo, comercial y financiero. Piensen en lo que costará contar con una Cancillería como las de Colombia o Brasil.
Imagínese si esto es la Cancillería, que se supone es un área importante para el proceso, cómo será el resto de la administración pública, cuando el objetivo del proyecto revolucionario es destruir la institucionalidad existente. Para quienes andan preocupados porque no hacemos nada, aquí hay una veta profunda, para el hacer, ¡prepararnos para rescatar el país! con todo lo que eso conlleva.En Bariloche, al líder del proceso le recordaron su ya manida frase que la revolución bolivariana es pacífica pero armada, pero le demostraron también algo más grave aún, la revolución es armada y sin argumentos diferentes a las armas.
Artículo de opinión
El Universal, 3 de septiembre de 2009
Mayora.j@gmail.com
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